Imágenes de esperanza: la apropiación del ejemplo de la Revolución Cubana por los grupos de la izquierda brasileña en los años sesenta
Images of hope: the appropriation of such of the Cuban Revolution by groups of the brazilian left in the sixties
Federico Duarte Bartz*
Resumen
A partir de los textos producidos por los militantes o los grupos de la izquierda brasileña de la década de 1960, el autor aborda las apropiaciones del ejemplo de la Revolución Cubana (RC) en sus orientaciones post golpe de Estado de 1964. De esta forma, busca observar la circulación de las ideas inspiradas por la RC, teniendo en cuenta las condiciones históricas concretas y las tradiciones de lucha de las que la citada izquierda se sentía parte.
Palabras clave: Revolución Cubana, Izquierda brasileña, Guerrilla, Circulación y Apropiación de las ideas
Abstract
Based on the texts produced by the militants or groups of the Brazilian left in the 1960s, the author reviews the appropriate example of the Cuban Revolution (RC) in its guidelines after coup of 1964. In this way, seeking to observe the flow of ideas inspired by the RC, taking into account the specific historical conditions and traditions of struggle of which that part was left.
Keywords: Cuban Revolution, Left Brazilian, guerrilla, movement and appropriation of ideas
* Brasileña, Magister (Mestre) en Historia por la Universidad Federal de Rio Grande do Sul, Brasil. Traducción: Manuel Loyola
Introducción
La Revolución Cubana (RC) fue uno de los acontecimientos históricos más relevantes para la historia de América Latina del siglo XX. La isla caribeña, que fuera el último bastión del colonialismo español en el continente, caería, después de 1898, bajo la influencia de los EEUU y, desde su independencia formal, en 1903, sufriría la continua injerencia de la política exterior norteamericana, lo que hizo que el país se mantuviera vinculado a la potencia del norte. El derrocamiento del dictador Batista, el 1 de enero de 1959, promovido por un contigente guerrillero de jóvenes rebeldes barbudos (Fidel y Raúl Castro, Camilo Cienfuegos y Ernesto Che Guevara, entre los más destacados), causaría una gran impresión entre las fuerzas progresistas del continente. Este impacto se haría aún mayor cuando los revolucionarios pasaron rápidamente, de un constitucionalismo liberal, a reformas sociales radicales, como medio para acceder al socialismo (Sader, 1985).
La Revolución provocó, entonces, un gran debate entre los izquierdistas latinoamericanos acerca de las tácticas para alcanzar el poder, sobre las posibilidades de impulsar el cambio social mediante la movilización de los campesinos, o sobre la viabilidad de la guerrilla en los ámbitos rural o urbano. Estos debates no quedaron restringidos a los momentos iniciales de la Revolución, sino que se prolongarían y amplificarían en el transcurso de la década de 1960, tomando un carácter más o menos diferente en cada país de la región, de acuerdo con sus tradiciones de lucha y sus peculiaridades históricas, así como también, de acuerdo a los tipos de hechos que fueron aconteciendo en cada lugar a lo largo de tal período. Para el caso brasileño, Jean Rodrigues Sales, que examinó los efectos de la RC entre los grupos comunistas del país, ha sostenido que:
(...) La revolución cubana fue una de las principales cuestiones que estuvieron en juego en la definición de la estrategia de las organizaciones comunistas en el periodo. Ciertamente, no fue un tema que quedara fijo en sus contornos, pues experimentó, más allá de las polémicas entre las organizaciones, cambios recurrentes según las alternativas que se fueron presentando en los procesos políticos cubano y brasileño. El más visible de estos cambios ocurrió con el golpe de 1964, cuando hubo una profunda discusión entre los comunistas, lo que los llevó a generar virajes sustanciales en sus propuestas político-prácticas. Obviamente, en tal coyuntura, la percepción del significado y las lecciones de la revolución cubana, también se modificó (Rodríguez, 2005:243-244).
Si bien es tentador entender la RC como una fuerza irresistible que se expande e influye en todos los grupos de izquierda del continente, lo que se produjo no fue un
puro y simple despliegue de una llama revolucionaria inicial, o de una ola que, en círculos concéntricos, avanzó por espacios vacíos sin resistencia. Antes que ello, lo ocurrido importó un movimiento de circulación dentro de un contexto de ideas y prácticas que, en tales circunstancias, se resignificaron. Creo que este concepto de circulación de ideas es más adecuado para trabajar el problema, signándolo en la perspectiva de la apropiación (con todos sus matices), más que en el de la mera difusión que el ejemplo cubano tuvo en el conjunto de la región. Sobre la cuestión de la circulación de las ideas, dice el intelectual chileno Eduardo Devés Valdés:
Categorías como "influencia" o "difusión" han operado al interior del centro o desde el centro hacia la periferia, aunque pueden servir también para estudiar el movimiento de las ideas en el ámbito periférico. Sin embargo, la noción de influencia conlleva, en gran medida, la pasividad del receptor, en tanto que la noción de "circulación", tolera mejor cuestiones como los modos de recepción y
reelaboración (Devés, 2000:190,191)
En este artículo trabajo las apropiaciones del ejemplo de la RC por las organizaciones de izquierda brasileña en los años 1960. A partir de los textos producidos por los militantes o por los grupos de esta izquierda, pretendo observar la circulación de las ideas inspiradas por la RC, teniendo en cuenta las condiciones históricas concretas y las tradiciones de lucha de las que se sentían parte. Con estas observaciones, espero colaborar a la compresión de lo que fue la Revolución para aquellos hombres y mujeres que trataron de transformar a Brasil, en un período tan importante de su historia.
La Revolución Cubana durante el período democrático
La victoria de la RC y su adhesión al mundo socialista, se dieron en un momento de profundos cambios políticos en Brasil, cambios que también afectaban a su izquierda. En 1959 terminaba el mandato del Presidente Juscelino Kubitscheck, político del Partido Democrático Social (PDS) que gobernara en alianza con el Partido Laborista (Trabalhista) Brasileño (PTB). Para las elecciones de 1960, las fuerzas políticas conservadoras, con el apoyo de la Unión Democrática Nacional (UDN), postularon a Janio Quadros como Presidente de la República, en oposición al PDS y al PTB, que apoyaban a Marechal Henrique Teixeira Lott. Quadros, era un político en rápido ascenso y ganó fácilmente el pleito. Su gobierno, sin embargo, estuvo marcado por una serie de acciones controvertidas (tales como la adopción de una política exterior independiente, o condecorar a Ernesto Che Guevara), lo que lo aisló de sus partidarios.
Con la dimisión de Janio Quadros, en 1961, se creó una crisis institucional en el país. Quien asumió la presidencia fue Joao Goulart, que había sido elegido para la Vicepresidencia por la lista derrotada el año anterior. Goulart era un importante
líder laborista, antiguo aliado de Getúlio Vargas, y un político muy cercano a los dirigentes sindicales. Los militares reaccionarios y políticos conservadores, trataron de impedir su instalación, la que estuvo garantizada por un movimiento de resistencia encabezado por Leonel Brizola, gobernador de Rio Grande do Sul. Goulart asumiría, pero no gobernaría, de acuerdo al compromiso que se estableció en aquél entonces, transfiriéndose el Poder Ejecutivo al Presidente del Consejo de Ministros. Se instauraba así el parlamentarismo en Brasil.
Durante el mandato de Joao Goulart, se abrió un período de crisis política y de abierto debate entre las fuerzas progresistas y conservadoras (Moniz Bandeira, 1983). Los Presidentes del Consejo de Ministros se sucedían, las dificultades económicas empeoraban y los grupos populares se organizaron en torno a propuestas más radicales. Por referéndum, el parlamentarismo fue derogado en 1963, asumiendo Goulart plenos poderes. Durante este periodo se formó el Frente de Movilización Nacional, formado por comunistas, socialistas, nacionalistas, cristianos radicales, sindicalistas y estudiantes. Su objetivo era el de presionar al gobierno en favor de cambios sociales urgentes. Para muchos, lo que estaba ocurriendo era la "Revolución Brasileña", es decir, un momento de grandes cambios que buscaban superar las arcaicas estructuras de la sociedad. Estas profundas transformaciones darían nuevos bríos al capitalismo nacional, suscitándose mayores posibilidades de incorporación de muchos individuos a la vida política y económica de Brasil (Fausto, 1995:443-462)
Es en este ambiente de efervescencia, que llegan a Brasil las noticias de la Revolución Cubana. Entre los grupos de izquierda, este acontecimiento será una referencia constante, pero la manera en que sus ideas fueron recibidas, dependió de una serie de factores que no necesariamente se relacionaron con la evolución de los hechos cubanos. Por ejemplo, aún en 1961, al definir su posición frente al gobierno de Quadros, el Partido Comunista Brasileño (PCB) exponía en su revista Nuevos Rumbos:
América Latina ha iniciado una nueva etapa histórica: la gloriosa revolución cubana repercute profundamente en todo el continente, despierta el entusiasmo revolucionario en el pueblo brasileño, nos muestra el camino de la libertad, de la independencia nacional y del progreso social (Carone, 1982:235)
El PCB apoyaba a la Revolución, pero no concordaba con la transposición de sus métodos de lucha en Brasil. Esto puede observarse en la declaración de Luis Carlos Prestes, líder del partido, que en una entrevista con el periódico Hoy, de La Habana, en marzo de 1963, afirmaba:
Hay personas que erróneamente creen que el mejor apoyo para Cuba sería iniciar una lucha armada en Brasil para deponer al gobierno. En las actuales condiciones de Brasil, eso sería totalmente falso.
Aislaría a los comunistas de las masas y facilitaría la labor de los que presionan al gobierno a fin de romper relaciones con el gobierno cubano (Sader, op.cit: 169).
Importaba resaltar el carácter progresista y de independencia nacional que la Revolución inspiraba, pero el partido no tomaba al movimiento cubano como modelo de revolución para Brasil, más cuando, desde finales de los años 50, el PCB había cambiado su apreciación con relación a los gobiernos burgueses. No obstante, si bien no se seguiría en esto el ejemplo de Cuba, sí era necesario hacer constar el apoyo al movimiento político y social más importante que había registrado el Continente. Esta actitud de admiración, pero de distanciamiento respecto de los objetivos propios, se puede encontrar también en algunos laboristas, como Celso Furtado. En su libro de 1962 La pre-revolución brasileña, Furtado expone la necesidad de cambios estructurales en la sociedad, pero esta "revolución" no la identificaba con el modelo que él llama marxista-leninista (que bien podía estar referido a los efectos del caso cubano en la izquierda brasileña). Este modelo, sostenía, no resultaba adecuado para su país:
El modelo marxista-leninista postula la inevitabilidad de la revolución violenta, dirigida por un partido de profesionales de la revolución, debiendo el nuevo orden ser asegurado por un régimen dictatorial de transición de duración indefinida. Es necesario no olvidar que esa técnica fue inventada y perfeccionada a raíz de la destrucción de un régimen socio-político completamente rígido, como era el zarismo (...) La experiencia histórica de los últimos decenios ha demostrado que, aplicada contra otras estructuras rígidas, como la China nacionalista o la Cuba de Batista -que son ejemplos conspicuos-, esa técnica revolucionaria, que exige disciplina espartana y la audacia y liderazgo de un Alejandro, puede ser de elevada eficacia. Lo mismo, sin embargo, no se puede decir respecto de sociedades abiertas (Furtado, 1962:25).
Celso Furtado fue un hombre identificado con los cambios sociales, lo que había demostrado en sus trabajos de economía y en su desempeño como miembro de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Aún así, no emparentaba con la forma marxista-leninista de llegada al poder. Este tipo de revolución sería adecuada para un país como la Cuba de Batista o la China Nacionalista, pero no para Brasil, que dispondría de una "sociedad abierta". Esta forma de pensar es muy significativa, pues si Cuba era un buen ejemplo de lucha contra una dictadura, la validez de esta forma de revolución sería legítima en caso que Brasil también tuviera un régimen de excepción. Muchos laboristas debieron haber hecho el mismo razonamiento tras el golpe de Estado de 1964, lo que les hizo tomar las armas cuando el camino a su revolución fue obstruido.
Si los sectores más tradicionales de la izquierda, comunistas y algunos laboristas,
tenían admiración por la RC pero sin defender sus métodos —pues ya se habían comprometido con los medios pacíficos de cambio social-, algo muy diferente ocurrió con los nuevos grupos políticos surgidos en aquél período. El cambio de orientación del PCB con relación al gobierno y el intenso grado de movilización popular de aquellos años, dio lugar a nuevas organizaciones que propusieron un programa más radical que el propugnado por los comunistas y laboristas. En 1961, se creó la Organización Marxista Revolucionaria-Política Obrera (ORM / PolOp, grupo surgido en 1961 de sectores de la Juventud del Partido Socialista y de los seguidores de las ideas de Rosa Luxemburgo); en 1962, aparece el Partido Comunista del Brasil (PC do B, disidente del PCB), y el año 1963, la Acción Popular (AP, derivados Juventud Universidad Católica). Entre estos grupos de la llamada "Nueva Izquierda", la RC tendrá una recepción muy positiva, no sólo por su significación histórica, sino también, por su modelo político. Para Acción Popular (AP), por ejemplo, la experiencia de Cuba abría la posibilidad de un nuevo camino al socialismo, ya que esta revolución había creado nuevos paradigmas, rompiendo con la ortodoxia:
Los ejemplos de ese desarrollo (cubano), muestran la complejidad del mundo socialista en gestación. No se confunde con bloques político-militares y podría comportar muy diversas experiencias y distintas orientaciones (. ) La revolución china, a diferencia de la revolución rusa, tuvo la vanguardia en la fuerza del campesinado. La revolución cubana tuvo un comienzo empírico y no ideológico. El carácter marxista-leninista de la revolución se habría afirmado a posteriori, sólo en 1961, debido a la coyuntura internacional (Reis Filho, 2005:51).
Acción Popular era oriunda de la Juventud Universitaria Católica, lo que tal vez explica el deseo de ver la construcción de un socialismo heterodoxo, sin la orientación hegemónica de algún poder, lo que permitiría la participación de los cristianos radicales en este multifacético mundo socialista. Además, se debe considerar la erosión del estalinismo desde el XX Congreso del PCUS, y la pérdida de influencia del PCB, lo que había reforzado la demanda por contar con nuevos centros irradiadores del socialismo, obviando a la Unión Soviética. En cualquier caso, se percibe que la importancia y el sentido de la RC para la AP, fue expresión de las especificidades de este grupo en el escenario de las izquierdas del Brasil de la época.
También es necesario destacar la relación de las Ligas Campesinas con la RC, ya que el programa de reforma agraria implementado por los revolucionarios caribeños y la propia movilización de los trabajadores del campo como elemento fundamental para la victoria del proceso, permitía una identificación aun más fuerte que la expresada por Acción Popular. Las ligas se habían formado en Pernambuco para proteger a los medieros y residentes de los propietarios de la tierra. Se expandieron durante los años 60 pasando a luchar por una reforma agraria radical y por la movilización revolucionaria de la población del campo. En 1962, el diputado federal Francisco
Juliao, uno de los principales organizadores de las Ligas, fundó el Movimiento Revolucionario Tiradentes (MRT). En su manifiesto de fundación, se da cuenta de la importancia del ejemplo de Cuba en ese momento:
Defiendo la gloriosa revolución de Fidel Castro y te recomiendo, compañero y compatriota, que leas y sigas las enseñanzas de la Segunda Declaración de La Habana, proclamada el 4 de febrero de este año, en aquella ciudad libre, delante de un millón quinientas mil personas. Esta declaración es alta como los Andes, valiente como Tiradentes, pura como la cara de la libertad y generosa como un seno materno. Es la constitución de los pueblos latinoamericanos para esta fase de su historia y de sus luchas por la emancipación económica (Azevedo, 1982:94).
En las refriegas que agitaban a los militantes durante la primera mitad de la década de 1960, la movilización rural y la colectivización de la tierra -que fueron tan notables en los acontecimientos cubanos- tocaban a una de las cuestiones más gravitantes que debían ser resueltas por la revolución brasileña. Quizás si para muchos de estos trabajadores rurales, las palabras de Fidel tuviesen más significado que las de la revolución democrática nacional defendida por el PCB, por lo que decían respecto de los problemas específicos de su condición de trabajadores del campo.
Con relación a las especificidades de los problemas brasileños y el ejemplo de la RC, sobresalió el escrito de un militante de la ORM-PolOp, Luiz Alberto Moniz Bandeira, llamado El Camino de la Revolución brasileña, de 1962. En este trabajo, la RC es examinada para intentar establecer un camino factible para la revolución socialista en Brasil. En este sentido, Moniz Bandeira tiene en cuenta las tres contribuciones aportadas por los cubanos a los movimientos sociales del Continente, que serían, según el autor, mostrar la posibilidad de que las fuerzas populares venzan a un ejército profesional; que no es necesario que existan todas las condiciones económicas para que exista revolución, y que en la América subdesarrollada, el terreno de lucha debe ser el campo. A la luz de estas mismas contribuciones, Moniz Bandeira concluyó que el hecho que Cuba fuera un país monocultor de azúcar, y Brasil dispusiera de grandes centros industriales, dificultaría la acción de una guerrilla, la que sí podría operar en regiones como el Nordeste. Pero advierte:
Un foco insurreccional (rural) podría crear las condiciones revolucionarias, siempre que las masas proletarias, teniendo al frente una vanguardia consciente, estuviese en condiciones de aprovecharlas. Pero, dado que la burguesía, disponiendo de todo el poderío industrial no tendría dificultades para aplastarlo, ningún país con economía compleja (como Brasil) conseguirá afectar la columna vertebral de las clases dominantes si esta lucha no es acompañada por la acción de las ciudades, como la huelga general,
que contribuya al estrangulamiento de los puntos vitales y neurálgicos de la maquinaria del Estado (Moniz Bandeira, 1979:177).
Este análisis de Moniz Bandeira se inscribe en un ambiente de discusión sobre el futuro del país y donde diversos grupos políticos, de activistas e intelectuales, presentaron variadas propuestas de reorientación. Fue un período en que hubo una serie de proyectos para modificar las condiciones sociales de Brasil. En este ambiente, la RC representó una referencia importante para muchas de estas aspiraciones. No obstante, este debate sufrirá una brusca interrupción el 1 de abril de 1964, cuando muchos de estos sueños fueron violentamente interrumpidos por el golpe militar.
La Revolución Cubana durante la dictadura
El 1 de abril de 1964 los militares dieron un golpe de Estado, derrocando al Presidente Joao Goulart, acusándolo de corrupción y de estar conduciendo el país al comunismo. El gobierno fue tomado por sorpresa, los intentos de reacción de las fuerzas legalistas estuvieron mal articulados y Goulart, finalmente, se refugió en Uruguay. Este episodio puso término a una experiencia de casi 20 años de democracia en Brasil, condenando a los sectores de izquierda a la desaparición o a la clandestinidad. Nada podía ser más distinto de lo vivido en el período anterior, cuando, en plena ruta a la "revolución brasileña", se luchó por la necesidad de una nueva Constitución, la formación de un poder popular, la reforma agraria o la reforma urbana, entre otros variados asuntos. Tales debates fueron prohibidos y cobró fuerza la censura y la detención política. Se instalaron militares y nuevos funcionarios al frente del nuevo poder y, desde el Estado, se dio curso a una verdadera razia contra todos los opositores, con su saldo de encarcelados, torturados y asesinados (Fausto, Op.Cit., 465-515).
Las agrupaciones de izquierda fueron sometidas a una situación traumática, pues, además de ser perseguidas, muchos de sus integrantes sintieron la frustración de no haber conseguido movilizar a la población para resistir el golpe. Junto con ello, varias preguntas cruciales se instalaron entre sus miembros: ¿Cómo se debía enfrentar ahora a la dictadura? ¿Qué debía hacerse para lograr la "revolución brasileña"? ¿Se debía insistir con los medios pacíficos cuando estos se habían demostrado insuficientes? Organizaciones como el PCB cayeron en el descrédito, apareciendo, de las diferencias, numerosos disidentes de su interior, los mismos que luego conformarían la CORRIENTE, el Partido Comunista Revolucionario, los Comandos de Liberación Nacional, el Movimiento Revolucionario 8 de octubre, la VAR-Palmares etc., instancias formadas por el deseo de una nueva forma de acción más decidida, menos burocrática, dándose paso a manifestaciones de lucha armada.
En este contexto, la RC cobró nuevo esplendor como gran ejemplo, ya que ella había mostrado una forma práctica y eficiente de acceso al poder (Gorender, 1990).
Incluso, grupos ya existentes, se vieron impelidos a tener que cambiar su orientación y radicalizar sus objetivos, como fue el caso de la ORM/PolOp. En su Programa Socialista para Brasil, de 1967, señaló que la importancia de la RC para América Latina, estaba en el hecho de que ella había conseguido romper la hegemonía absoluta de los EE.UU. en la región, demostrando que era posible una revolución socialista en nuestro suelo:
Con eso (la RC), toda la lucha de clases en el continente se elevó a un nivel superior. El retorno no es posible. No lo es para los imperialistas, que defienden sus dominios a base de intervenciones militares, como en Santo Domingo. Tampoco lo es para la nueva generación de revolucionarios, para quienes es imposible ignorar los cambios que trajo la revolución cubana. La revolución socialista en Cuba asustó a la burguesía y superó los liderazgos pequeño-burgueses. La revolución naturalizó el marxismo-leninismo en el continente (Reiz Filho y Sá, Op.Cit:124).
La RC era un ejemplo y una invitación a otros países de la región que sufrían los mismos problemas. Aunque haciendo hincapié en la necesidad de adaptar la revolución socialista a las condiciones de cada país, el documento apuntaba a la guerra de guerrillas como camino, como la forma básica de la lucha de clases en América Latina, siendo el foco rural el catalizador del movimiento en todo el país.
Los Comandos de Liberación Nacional (Colina), fue otro grupo que se inspiró en los ideales de la RC para sus acciones. Aparecido de una disidencia de ORM/PolOp, en el Estado de Minas Gerais. Publicaba clandestinamente la Revista América Latina, reproduciendo textos de Guevara y Debray. Así como en el documento de ORM/PolOp citado más arriba, para Colina, la revolución debía ser agraria, teniendo como base al foco guerrillero. Este no sólo era una forma de lucha, sino también, el fundamento del nuevo poder, de la construcción del hombre nuevo y de una nueva sociedad:
Para los cubanos la revolución no significa sólo un régimen de libertad, por el que también lucharon, sino también, una nueva forma de vida, la construcción de una nueva sociedad liberada de la explotación, dirigida por hombres que sólo tienen compromisos con la lucha del pueblo. Y eso era una realidad candente y no únicamente un programa en el papel (Ibíd.:194).
La revolución social también era una necesidad ante el anquilosamiento de las estructuras socioeconómicas que impedían el desarrollo del país y sólo se mantenían
a base de una dictadura. Esta problemática (la solución de los problemas socioeconómicos), se alimentaba directamente de las frustraciones experimentadas en la época de Goulart y de las promesas incumplidas de la "revolución brasileña". En muchos documentos de este período, se consigna un diálogo con el período anterior, con las prácticas y las ideas que guiaron a los militantes en el período democrático. Este documento de Colina, por ejemplo, tiene, en su primer párrafo, esta declaración: "La defensa de la violencia es uno de los aspectos de la lucha ideológica por la que los marxistas-leninistas enfrentan a los reformistas" (Íbid.,:172).
Una de los tópicos que más llama la atención es la actitud iconoclasta frente a algunas de las características de la lucha de antes del 64. En este sentido, la RC ofrecía un modelo de ruptura y superación de la política de alianza de clases que había sido una de las principales características del período previo. En algunos momentos, este deseo de romper incluso tocaba a algunos de los principios tradicionales del comunismo, tal como lo expone el documento PC do B, titulado Unión de los brasileños para librar al país de la crisis, de la amenaza de la dictadura y del neocolonialismo, de 1966. Aquí se dice que la táctica soviética de las huelgas políticas y de la insurrección en las ciudades, resultaba totalmente inadecuado para los países como Brasil, donde solamente la guerra popular en el campo podía llevar a la revolución (Ibíd.,:94-95).
La guerra popular es el camino para la emancipación de los pueblos oprimidos en las nuevas condiciones del mundo. Es la manera actual de enfrentar y derrotar a los opresores. No es el camino clásico de la huelga política y el levantamiento en las ciudades, tal como ocurrió en la antigua Rusia, sino de la lucha armada que, gradualmente, se ampliará hasta abarcar a la mayoría del pueblo.
Esta crítica al reformismo y el rechazo a los métodos tradicionales de lucha, nos lleva a sostener que el significado que la RC tuvo para los militantes brasileños no solo debe buscarse en relación a la propia experiencia cubana, sino, por sobre todo, con relación a los cambios históricos que ocurrieron en el propio Brasil. De esta forma, es interesante ver cómo Cuba se convierte en un paradigma para la mayoría de la izquierda revolucionaria después del golpe militar. Antes, la cuestión de la toma del poder en un contexto de violencia, no se había planteado con tanta urgencia, pero, luego que los canales de la acción política se cerraran, el modelo cubano pasó a estar a la orden del día. Como afirma el historiador Daniel Arón Reis sobre la guerra de guerrillas, ".no es por haber leído a Mao Zedong, Guevara y Debray, que la Nueva Izquierda llega a la conclusión de la necesidad de la lucha armada. Lo que se verifica es exactamente lo contrario: la Nueva Izquierda va a buscar en Mao, Guevara y Debray, la legitimidad teórica que necesitaba para lanzarse a la lucha armada"
(Ibíd.:29)
Incluso, si bien el mensaje de la RC tuvo un gran significado desde su primera hora -convirtiéndose en una divisoria de aguas para toda la izquierda de América Latina-,
en Brasil, el gran "divisor" que cambió el sentido de la RC, debe buscarse en los hechos de 1964 y en todas las esperanzas frustradas en ese año.
El Partido Comunista Brasileño, que fuera uno de los principales blancos de la crítica por su postura de colaboración con el gobierno en los años anteriores al golpe y que, después de él, se posicionó en contra de la lucha armada, también tuvo que reconsiderar sus planteamientos teniendo en referencia a la RC. Claro que, en su caso, lo hizo de una manera particular, sin romper radicalmente con sus tradiciones. Este cambio apareció de manera articulada en el VI Congreso del PCB, ocurrido en 1968. Ahí, insistiendo en su crítica a los grupos guerrilleros en Brasil, procuró desvincular la acción de ellos respecto del prestigio de la Revolución:
Hay quienes tratan de justificar esa vuelta al blanquismo con la experiencia de la revolución cubana. Para ello, reducen el análisis de los acontecimientos históricos en Cuba a la pura creación de la guerrilla en la Sierra Maestra, por Fidel Castro. Silencian lo acontecido con la creación del Frente Unico para enfrentar a la tiranía de Batista. No tienen en cuenta el acierto de la orientación práctica de cerrar la unidad contra la dictadura. Escamotean la situación del contexto económico y político de Cuba, el que, bajo la tiranía, marchaba hacia una situación revolucionaria que condujo a la huelga general, y cuya importancia, de acuerdo al propio Fidel Castro, fue decisiva en los acontecimientos, contándose con la activa participación de los dirigentes comunistas. (...) Algunos años antes, Lenin ya definía: "El blanquismo es una teoría que niega la lucha de clases. El blanquismo espera obtener la libración de la humanidad de la esclavitud del salario, no por medio de la lucha de clases del proletariado, sino por la conspiración de una pequeña minoría intelectual". Precisamente por esta razón, los actuales defensores de la creación, a cualquier precio, de los "focos" guerrilleros, no son capaces de conocer el nivel de conciencia y organización de la clase obrera. En verdad, niegan el papel dirigente del proletariado y su vanguardia marxista-leninista. Se limitan a explotar el entusiasmo y la combatividad de la juventud estudiantil y de otros sectores de las capas medias urbanas (Carone, 1982:61).
El PCB no criticaba el método de lucha cubano, sino la adopción por los grupos brasileños de esos métodos, no percatándose de las especificidades de Cuba y sus diferencias con las condiciones de Brasil. Todo esto, en realidad, era parte del debate sobre las formas de lucha contra la dictadura militar y de la defensa que el PCB hacía de su propio grupo dirigente y concepciones de lucha. Esta defensa, como se podrá comprender, aludía directamente a las críticas de que era objeto por parte de las otras organizaciones, como el PC do B, que proclamó el completo abandono de los medios tradicionales y la necesidad de desligarse de los antiguos dirigentes comunistas.
Pero los que criticaban al PCB y sus orientaciones políticas, no sólo fueron los militantes que habían abrazado la guerrilla. El historiador Caio Prado Júnior, miembro del Partido, expuso en el libro La Revolución brasileña (1966), una crítica referente a las interpretaciones de la realidad nacional que ofrecían los comunistas, haciendo, también, una de las más interesantes reflexiones sobre la RC como modelo para Brasil. En este libro, Caio Prado ataca la tesis del PCB de que el problema del país eran sus remanentes feudales, lo que requeriría la verificación de una revolución burguesa. De manera distinta, sugiere que la revolución en Brasil debía basarse en la asunción de los problemas de la pobreza del pueblo brasileño, atacando los problemas más urgentes que dejaban a millones en la miseria. Los revolucionarios no debían seguir un modelo tomado de antemano, sino, construir este modelo a partir del análisis de la realidad concreta y del proceso histórico brasileño (Prado JR., 1967:15). En este sentido, la RC no proporcionaba un camino a imitar, sino un ejemplo de cómo los problemas fueron resueltos a medida que los revolucionarios llevaban adelante un proyecto de cambio social. Los cubanos habían avanzado del constitucionalismo liberal a la revolución agraria y, de esta, al socialismo, a medida que las necesidades imponían estos cambios. Esto eliminaba la adopción de un programa irreal y prefabricado, como el que postulaba el PCB.
Conclusión
Me propuse, mediante el análisis de algunos textos producidos por las organizaciones de la izquierda brasileña, tratar de comprender cuál fue el significado de la Revolución Cubana para sus militantes. Los acontecimientos de 1959 en la isla caribeña se convertirían en un hito para toda la izquierda del Continente y los militantes brasileños no escaparon a su influencia. Aun así, no deberíamos tratar de comprender el impacto de la RC sólo por la fuerza de su ejemplo, sino también, por el desenvolvimiento del proceso histórico brasileño, escenario que podía cambiar estos significados de un momento a otro en virtud de las especificidades de los grupos locales que fueron influidos por ella.
El principal cambio histórico que se produjo en el período, el golpe militar de abril de 1964, elevó a la RC como la principal referencia para la acción entre los grupos de izquierda del país, especialmente de aquellos que abrazaron la lucha armada. Si antes muchos comunistas y laboristas confiaban en la posibilidad de una amplia reforma social patrocinada por el gobierno y alentada por la movilización de masas, tras el golpe, esa alternativa aparecía como un doloroso engaño. Para muchos, la única salida era incorporarse a la guerrilla y, para eso, la RC ofrecía un ejemplo concreto de combate contra una tiranía y de victoria del socialismo, sin la colaboración de clases.
Las características de cada grupo, su origen y su relación con el poder, podían cambiar la manera de ver a la RC. De esta forma, el compromiso con el proyecto de "Revolución Brasileña" que tenían los laboristas y comunistas antes del golpe de
Estado, les hizo ver la RC como un ejemplo de abnegación, pero no un modelo. En cambio, las agrupaciones de la "Nueva Izquierda", como la AP y el PC do B, críticos de los comunistas y laboristas, vieron en Cuba un nuevo modelo revolucionario. Luego del golpe, la posición del PCB y sus disidencias, con relación a la RC, se volvieron diametralmente opuestas en cuanto a la forma de acceso al poder y esto, en gran medida, por las diversas formas de acción que propusieron.
Por lo tanto, más allá que en los documentos de las organizaciones de la izquierda brasileña de los años 60 se perciba la presencia de la Revolución como algo notable, es muy importante establecer que esta presencia fue diversa y multifacética por una circunstancia no menos crucial, a saber, que fue a través de las propias experiencias brasileñas que el ejemplo cubano cobró sentido. Fue el contexto de las luchas sociales que se libraron en Brasil lo que señaló las formas de ver a la RC, de manera que los tipos de su recepción e influencia, gravitaría en la dirección que los militantes eligieron seguir una vez acaecido el golpe del 64. Al acercarnos a estas diferencias del modo como lo hemos hecho, no solo comprenderemos cómo tales influencias fueron apropiadas por el conjunto de la izquierda, sino, a la vez, entenderemos algo más sobre las expectativas y frustraciones que marcaron la vida de los militantes brasileños en aquél período.
Recibido: 25 febrero 2009 Aceptado: 5 junio 2009
Bibliografía
AZEVÉDO, Fernando Antonio. As Ligas Camponesas. Paz e Terra: Rio de Janeiro. 1982.
CARONE, Edgar. (org.) O PCB. 1943 a 1964. Colegao Corpo e Alma do Brasil. Sao Paulo: DIFEL. 1982.
CARONE, Edgar. (org.) O PCB. 1964 a 1982. Colegao Corpo e Alma do Brasil. Sao Paulo: DIFEL. 1982.
FAUSTO, Boris. Historia concisa do Brasil. Sao Paulo: Editora da USP/Fundagäo de Desenvolvimento da Educagäo, 1995.
FURTADO, Celso. A Pré-Revolugao Brasileira. Rio de Janeiro: Editora Fundo de Cultura. 1962.
GORENDER, Jacob. Combate nas trevas: a esquerda brasileira: das ilusoes perdidas a luta armada. Sao Paulo: Ática, 1990.
MONIZ BANDEIRA, Luis Alberto. A Renuncia de Jánio Quadros e a Crise Pré-64. Rio de Janeiro: Editora Brasiliense. 1979.
MONIZ BANDEIRA, Luís Alberto. Joäo Goulart: as lutas sociais no Brasil. 1961-1964. Rio de Janeiro: Civilizagäo Brasileira, 1983.
PRADO JR. Caio Prado. A Revolugäo Brasileira. Rio de Janeiro: Civilizagäo Brasileira. 1967.
REIS FILHO, Daniel Aarao e SÁ, Jair Ferreira de (org.) Imagens da Revolugäo. Documentos políticos das organizares de esquerda dos anos 1961-1971. Sao Paulo: Editora Expressao Popular. 2005.
RODRIGUES, Jean Sales. O impacto da Revolugäo Cubana sobre as organizares comunistas brasileiras (1959-1974). Campinas: Unicamp, 2005. (tese de doutorado).
SADER, Emir. A Revolugäo Cubana. Sao Paulo: Editora Moderna, 1985.
VALDES, Eduardo Devés. El traspaso del pensamiento de América latina a África a través de los intelectuales caribeños. Historia UNISINOS: Sao Leopoldo. Vol. 4, n. 2, jul./dez. 2000.